Por: Germán Patiño. Hacia el caos
La noche del 26 de marzo y madrugada del 27 será recordada como una hora nefasta en la que el Gobierno Nacional le asestó una puñalada traicionera a la ciudad de Cali.
En ese momento de penumbras, a la manera del pillo que se aprovecha de la oscuridad de las calles y la soledad de los alrededores, la superintendente de servicios Eva María Uribe decidió, previa consulta con el Presidente, liquidar a Emsirva, agravando la situación financiera y social de la ciudad y sin parar mientes a múltiples declaraciones previas en las que se comprometía a devolver esta empresa saneada.
El proceso ha sido taimado y perverso: primero se dispuso el cierre de Navarro, dejándole a Cali los costos del control de lixiviados y la angustia de 800 recicladores sin oficio. En total, el cierre del basuro le ha significado a la ciudad un hueco de $36.000 millones. Luego se adoptó la medida de disponer los residuos en Yotoco, sin darle participación a Emsirva en el negocio y afectando a los usuarios por los mayores costos que implicará esta medida. A continuación se zonificó la ciudad para la recolección de basuras, disminuyendo los ingresos de la empresa a menos de una cuarta parte de su potencial y dejando en el camino a 400 desempleados. Finalmente, se la liquidó, sin resolver el problema del Fondo Pensional, pasándole a Cali obligaciones por $60.000 millones.
Con otras acreencias por valor de $25.000 millones, en total a Cali le costará más de $100.000 millones esta inexplicable decisión del Gobierno Nacional. Mejor dicho, nos quedamos sin la empresa, pero, eso sí, con una deuda gigantesca que tendremos que asumir los ciudadanos. Mejor dicho, al que no quiere caldo se le dan dos tazas, pues a los difíciles problemas de endeudamiento que arrastra Cali desde la administración de Mauricio Guzmán, y que el Presidente no quiso ayudar a resolver como sí lo hizo con las deudas de Antioquia y Medellín por el sistema Metro, hay que agregarle ahora esta nueva carga financiera.
Creo que es hora de que la ciudadanía caleña entienda, gracias a la contundencia que significa la medida de liquidar Emsirva, que Álvaro Uribe no es un buen amigo de Cali ni del Valle. No quiso ayudar a sanear las finanzas del Municipio en su momento, durante su primer gobierno no acometió ni una sola de las obras comprometidas con Buenaventura, no se ha dignado tener en cuenta en sus planes viales el nuevo cruce de la cordillera Central entre Buga y Roncesvalles, que está recomendado desde 1997; despidió sin miramientos a un muy buen gerente de Emcali porque tal vez no le servía para ejecutar asaltos sorpresivos como el que acaba de suceder en Emsirva y ni siquiera ha cumplido los compromisos de vivienda de interés social utilizando las platas de las caletas de narcotraficantes.
Los hechos son tozudos, a las palabras se las lleva el viento. ¡Aprendamos, aunque sea a golpes!
Fragmento del articulo publicado en el Diario El Pais
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